
Nayón por el Agua
Según la OMS, una persona necesita unos 100 litros de agua al día para mantenerse limpio y realizar todas las actividades del día a día. Sin embargo, alrededor de 2000 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable, lo que representa un grave problema de salud y desarrollo.
En América Latina y el Caribe, según la CEPAL, un 25% de la población vive sin acceso adecuado al agua, reflejando una desigualdad significativa en la distribución de este recurso. En Ecuador, la situación varía según la región, con mejores índices de cobertura en áreas urbanas y desafíos persistentes en zonas rurales.
En el caso de Nayón, una parroquia rural cercana a Quito, el acceso al agua por tubería es superior al promedio nacional. Según el séptimo censo de vivienda del 2022, el 95.13% de las viviendas en Nayón reciben agua por tubería dentro de sus hogares, una cifra considerablemente mayor que el 86.31% en el Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) y el 75.32% a nivel nacional. Además, solo el 0.17% de las viviendas en Nayón carecen de acceso a agua por tubería, en comparación con el 4.86% en el DMQ y el 9.87% a nivel nacional.
A pesar de que las cifras indican que la parroquia de Nayón tiene acceso al agua potable, persiste una problemática relacionada con su manejo inadecuado y uso ineficiente. Los agricultores y viveristas de la zona han recurrido al agua potable para regar sus cultivos y plantas debido a la falta de acceso a agua para riego.
Antes de la pandemia, el agua del río Machángara se utilizaba para el riego a través de una red de canales. Sin embargo, con el inicio de la emergencia sanitaria por COVID-19 en 2020, se priorizó la salud pública y se restringió el uso de esta agua debido al riesgo de enfermedades. Como consecuencia, los agricultores se vieron obligados a utilizar agua potable para el riego, lo que ha reducido su disponibilidad para el consumo doméstico. Esta situación ha afectado especialmente a los habitantes de Nayón Bajo, quienes enfrentan mayores dificultades, sobre todo durante los meses de verano.

César Collago, vicepresidente de la junta de Riego Haurco, quien a sus 77 años, sigue aún busca maneras de colaborar y ayudar en su comunidad, a pesar de sus propias limitaciones físicas y los años de trabajo arduo. El impacto económico es profundo. César y su familia, que antes generaban una ganancia considerable de la venta de sus productos agrícolas, ahora luchan por conseguir incluso lo suficiente para cubrir los costos básicos. Debido a la falta de agua riego pasaron de generar 100 dólares, ahora apenas gana 50, lo que refleja la disminución en la producción debido a la falta de agua.
Roberto Walkmin, otro agricultor de la zona, destaca que la suspensión del canal de riego anterior agravó la situación. Para acceder al agua, algunos han tenido que transportarla en vehículos con tanques, lo que representa un costo adicional de 6 a 7 dólares semanales solo en combustible, sin contar otros gastos operativos.
Los miembros de la junta de riego trabajan en conjunto con las autoridades para llevar a cabo un proyecto que devuelva el agua de riego a Nayón.
La autogestión comunitaria de Nayón: una luz de esperanza bajo tierra.
El proyecto, denominado "Riego para Nayón", es impulsado por La Junta de Riego Harauco, el Gobierno Parroquial en conjunto con el Gobierno de la Provincia de Pichincha, la Empresa de Agua Potable de Quito, y el Ministerio de Transición Ecológica. Su principal objetivo es aprovechar aguas subterráneas ubicadas en la parte baja de la Universidad de las Américas (UDLA), cuya concesión ya fue otorgada a la Junta de Riego Harauco.
Actualmente, el diseño del sistema de riego está avanzado en un 90% y se espera su presentación oficial en marzo. Para la distribución del agua se instalarán redes de riego con tuberías plásticas, evitando la construcción de canales abiertos. Además, se habilitarán hidrantes en sectores estratégicos como Chimbatola, Chapichu y San Pedro, beneficiando directamente a los viveros y terrenos agrícolas de la zona.
El impacto de este proyecto será significativo. Se estima que entre 2.000 y 3.000 personas dedicadas a la producción agrícola y viverista en Nayón recibirán un suministro adecuado de agua de riego. De manera indirecta, también se espera una mejora en la disponibilidad de agua potable para los más de 20.000 habitantes de la parroquia, al evitar su uso en actividades productivas.
La ejecución del proyecto está prevista para el segundo semestre del año, una vez se apruebe la asignación presupuestaria en junio. Se espera que las obras inicien entre noviembre y diciembre de este año, con una proyección de culminación a más tardar en el primer trimestre de 2026. Además de los grandes desafíos que han tenido que afrontar, como nos lo cuenta Daniel Anaguano, presidente del GAD Parroquial de Nayón.



Para los agricultores, este cambio no solo significa una mejora técnica, sino también una reducción significativa en los costos. Humberto Nano estima que, con el nuevo sistema, los usuarios podrán pagar entre $10 y $15 USD mensuales por el agua, una cifra considerablemente menor que los actuales $30 a $50 USD que gastan con el agua potable.
Los cultivos típicos de la región, como frijoles, hierbas aromáticas y frutales, podrían beneficiarse enormemente de un riego más eficiente. Además, el nuevo sistema eliminará la necesidad de mingas (trabajos comunitarios) para captar agua del río, una práctica que ha disminuido drásticamente debido al envejecimiento de la población y los efectos de la pandemia.
La Junta de Agua de Harauco no solo está resolviendo su crisis hídrica; también está enseñando una valiosa lección sobre el poder de la auto-gestión. Su ejemplo muestra que cuando las comunidades se organizan y confían en sus propias capacidades, pueden generar cambios reales sin depender de figuras externas que a menudo priorizan intereses políticos sobre las necesidades locales.
Con la culminación del proyecto, los agricultores y viveristas dejarán de consumir agua potable y contarán con una nueva alternativa para mantener sus ingresos.

